de la inventiva. Éste se despliega a través del juego, la estimulación de los sentidos y la
imaginación, así como la formación de ambientes agradables que vuelvan la escuela amable y
alegre. Esto, en oposición a un ambiente escolar gris que produce aversión, pereza y pérdida de
aptitudes y se asocia con los premios y castigos como impulsos externos para actividades sin
relación con la vida y que terminan mecanizándola. Por lo anterior, la educación estética debe
estar al nivel de la intelectual, la moral y la física, de manera que se estimule el sentimiento de
lo bello, la verdad de las relaciones entre los objetos y sus cualidades y el desarrollo de los
sentidos que permiten el juicio. Especialmente, en los trabajos de Villamil (1943) y Calle
(1938), se abordaron discusiones filosóficas sobre los conceptos de belleza y gusto, y sus etapas
de desarrollo.
Así, el deseo de los infantes cobra una importancia inédita hasta el escolanovismo y es el eje
para la formación de la mirada, la creación y la espontaneidad a través del vínculo entre escuela,
vida y naturaleza, materializado en el tipo de actividades, observaciones y experiencias que
plantean los maestros. Vida, naturaleza y aire libre, son asimilados a laboratorios de experiencia
y experimentación. Coartar este deseo e impedir el desarrollo de las aptitudes de la infancia,
puede producir huelgas y conflictos sociales a futuro. De manera semejante, la falta de
entusiasmo en las artes y oficios aumenta el número de hampones y vagos (Moreno, s.f.).
Las oposiciones entre la educación tradicional y la nueva educación, además, se apoyan en las
diferencias entre actividad como realización del conocimiento y expresión de carácter, versus
la pasividad de la primera. En este último sentido, el concepto de movimiento es profusamente
usado para fundamentar los planteamientos de los trabajos e, incluso, se afirma que la base
principal del dibujo es el movimiento y que la inacción produce caos (Ocampo, 1938).
La educación se planteó como fuente de progreso y de amor a la vida, en oposición al mutismo
conventual de las escuelas tradicionales. Al abandonar estas escuelas, se lograrían la libertad,
la justicia, la alegría y la felicidad.
Se observó además que, en las argumentaciones, aparecen imágenes que pueden asociarse con
una mística religiosa. Es así como los maestros pueden asistir a “conferencias redentoras” que
los “héroes de la renovación” entregan en sus obras, para cortar con la ausencia de adecuados
sistemas de enseñanza (Ocampo, 1938, p. 1). Así también, esta “profesión de fe” de los maestros
se desarrolla por la “escuela redentora” apegada a unas “doctrinas justas” (Ocampo, 1938, p.
10), en un periodo de “renacimiento educativo, este movimiento glorioso” (Ocampo, 1938, p.
11) que materializaría la “profesión de fe pedagógica” (Ocampo, 1938, p. 9) vivenciando el
credo de la Escuela Activa (Ocampo, 1938, p. 10). Así, se lograría la disminución de la maldad
y se lograría la paz social, los buenos impulsos, la solidaridad, la tolerancia social, entre otras.
En general, los autores coinciden en la falta de preparación de los maestros para una adecuada
educación artística y estética, lo cual sería un impedimento para su realización en las escuelas.
Las cinco tesis citadas en el presente trabajo, dan cuenta de una estrecha relación planteada
entre el movimiento escolanovista y la educación estética y artística. La relevancia la